Guantánamo, sombra y pena.
Guantánamo, llanto y rayo.
No hallo palabras. No hallo.
Mis ojos sangran arena.
Duele la desgracia ajena.
Se siente propia. Soy yo.
La vida se me inundó
y continúa inundada.
¡Yo soy la Villa Primada!
¡Y el Oscar me devastó!
Oriente de fango herido.
Oriente de pecho roto.
Reel a reel y foto a foto
te recorro, conmovido.
En el llanto detenido
nadan los guantanameros.
Campesinos sin sombreros.
Estudiantes sin libreta.
Madres. Perros. Bicicletas.
Muebles. Juguetes. Percheros.
Tanta agua sobre el terreno
no dejó rincón seguro.
E Imías, lamento oscuro,
hace gárgaras de cieno.
Ningún dolor me es ajeno.
Nadé. Corrí. Pedí ayuda.
Grité con la ropa muda.
Lloré con la voz gastada.
Tengo la vista inundada.
Y mi garganta se anuda.
Malditas inundaciones.
Guantánamo, mon amour.
En San Antonio del Sur
la muerte no usa aquilones.
En calles y callejones
flotan sueños y deseos.
Brazadas y chapoteos
marcan la vida a deshora.
Llora Imías. Cuba llora.
Rezan hasta los ateos.
Es trágico. Es doloroso.
El caudal del río aumenta,
se funde con la tormenta
y estar cerca es peligroso.
El viento, vertiginoso,
lo arrastra todo y lo muele.
Duele Guantánamo. Duele.
Duele Baracoa, tanto,
que el silencio huele a llanto
y el llanto a tristeza huele.
Duele Guantánamo. Abajo.
Arriba. Adentro y........