La batalla final
En esa repugnante querella por la candidatura y el control de la sigla, que no tuvo salida por las vías democráticas, y por ello trasladado a las calles, todo indica que, la guerra al interior del Movimiento al Socialismo (MAS), está ingresando a la última batalla.
Lo que al principio parecía un teatro, luego fue ganando intensidad, para convertirse en una verdadera guerra con la lógica de suma cero. Es decir, con la destrucción del enemigo. El evismo quiere convertir en cenizas al arcismo, y estos, pretenden “eliminar” al “monstruo” que ellos mismos han alimentado y que ambiciona obscenamente retomar el poder.
En esta lógica de suma cero, a ninguno de los bandos, le interesa y le inquieta los costos. Las perdidas en que puedan incurrir otros actores o grupos de la sociedad civil ajenos al conflicto, no les interesa en lo absoluto. Son indiferentes frente al dolor que causan a inocentes. En grado superlativo, en el bando radical evista, la maldad es intensa. Estaría presente en este comportamiento, la noción de Hanna Arendt, sobre la “banalidad del mal”. Esa maldad natural que tenían los oficiales nazis de la SS, en torturas y ejecuciones. Al margen de considerarlo natural, no sentían ningún remordimiento. En los bloqueos y su forma, estaría presente esa “banalidad del mal”. No sentirán después de tanto mal y daño provocado, ningún remordimiento
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