Cavilaciones sobre la dictadura
Hace 100 años era bien visto evocar la dictadura de Linares, contaba Ignacio Prudencio Bustillo. Se ansiaba otro hombre fuerte para purgar los males de la nación, incluso en el sentido de procurarle, figuradamente, la expulsión de los fétidos contenidos atorados en su vientre.
Ese ambiente quizá explica por qué, ya en los años 30, Busch se declaró dictador: la fe menguada en la democracia, la acre disputa política, la crisis de postguerra, la incertidumbre. Escaseaban los ingredientes que, con idealismo, se reputan indispensables para la república: el sentido de compromiso y el respeto a la ley.
Nadie comete ya la ingenuidad de proclamarse dictador, al menos no allí donde se cree que la legitimidad deriva del voto popular. Es que, en un coloquio, un invitado de la región relató que un escritor chino le observó, condescendiente, el prurito latinoamericano de aludir siempre al pueblo, esa religión cívica rousseauniana. El asiático agregó que, en cambio y “sabiamente”, en China no le dan a la gente responsabilidades tan........
© Noticias Fides
visit website