El jinete del resentimiento

“Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol; si un bien, en el polvo” (Thomas Moore).

De nuevo el verano asomándose a los balcones, madurando frutos, dorando los trigales y llamándonos hacia el azul del mar. Llega el sudor ligero de la siesta, la roja intensidad de los crepúsculos, las noches con pirotecnia de estrellas y la blanca luna desnuda en un cielo sin velos de nubes. Bellos amaneceres de luces doradas con aromas y sonidos como testigos de los días que estrenamos tan enverdecidos de verdes. Nos entregamos a la placidez de las sombras en las que una brisa hedonista pasa sobre nuestro adormecido pensamiento. La abulia de la política se extiende y se despereza con genuina parsimonia. Transcurren los años y seguimos viendo pasar el jinete del resentimiento, tan espoleado por nuestras clases dirigentes, sin despeñarse por la cuesta de nuestra belicosa historia. El arquetipo del rencor, tan peligroso como destructivo para la convivencia, lleva demasiado tiempo entre nosotros. Hay una mediocridad intelectual y espiritual que lo oculta, por ser algo vergonzante, pero la herida sigue abierta en la sociedad española. El resentimiento, tan arraigado en la sociedad, ve sus raíces abonadas en el jardín de la política, donde los partidos corren el riesgo de cavar su propia fosa electoral al proclamar una interpretación unívoca de la verdad; olvidan que cuando la crítica es serena, de buena ley, casi autocrítica, debe aceptarse y respetarse dejando de permanecer acérrimamente hostiles y eternamente en liza en un decurso zaragatero y triste de displicente altivez moral. Se practica la trifulca como unidad de destino, se utilizan palabras más manidas de lo normal y se escurre amilanadamente el bulto de las responsabilidades hacia el bien común de la nación, olvidando la perenne actitud de amparo que se espera de un gobierno........

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