Contaba I que cuando se separó y empezó a pasar los fines de semana sin grandes planes se le instaló con fuerza la idea de que el resto de personas con las que se cruzaba en la calle, en las tiendas o en los pasillos disfrutaban de vidas más intensas, entretenidas, relacionadas o chispeantes que la suya, casi dignas de inspirar el argumento de un anuncio. Cuando lo escuché, me vi reflejada, no me ha sido ajena la molestia de ese........