Los flujos migratorios forman parte de la historia de la humanidad. Con más o menos intensidad estos se han reproducido a lo largo de los años y en casi todos los lugares. La búsqueda de una vida mejor es lo que mueve, esencialmente, a las personas a trasladarse de un lugar a otro. Escapar de la guerra, de las malas condiciones sociales, de desastres naturales o simplemente el ánimo de progresar han sido los impulsos de amplias capas de la humanidad a la hora de moverse de lugar de residencia.
La ultraderecha a nivel europeo, como ha solido ocurrir en los tiempos inciertos a lo largo de la historia, está usando este tema para ganar hegemonía y crear malestar social. En los últimos meses el debate que han tratado de generar apunta a los jóvenes inmigrantes no acompañados como causantes de una supuesta creciente inseguridad. En su decadencia moral señalan al más débil, usan el estereotipo como argumento político y difunden bulos. Para ellos, en este tema, no existe ni la compasión ni la prudencia.
La población inmigrante ha acudido allí donde hay una mayor posibilidad de integración laboral, un sistema de protección social más eficaz y en ocasiones por la existencia de redes familiares, de amistad, o de apoyo. Pero esta última razón se convierte en un déficit en el caso de los jóvenes........