Me dolía la cabeza y salí a dar un paseo. Al principio, todo iba bien: no había mucha gente. Y la que había, me resultaba desconocida, lo cual era perfecto. Por desgracia, al doblar una esquina, me topé con un viejo conocido. Otro escritor, para más inri. Pensé: cada vez hay más escritores. No obstante, le dije: ¡Me alegro de verte! No sé por qué lo dije, pero él se sintió obligado a invitarme a tomar algo. Así que no pude negarme. Fuimos a un bar y, tal como........