Mi hermana con su marido y su hija e hijo, mis sobrinicos, decidieron en buena hora establecer su hogar en el pueblo de Orikain enclavado en el precioso Ezkabarte. Lo digo porque cada vez constato más que la crianza de la chavalería en pueblos pequeños es muy beneficiosa para su educación y crecimiento personal. Les infunde una impronta más sociable y natural que lo habitual en las impersonales urbes.........