La generación Ni-Ni |
El fin de semana o puente de la Inmaculada suele ser en nuestra casa el tiempo que lo dedicamos a poner la Navidad adornando el abeto que tenemos fuera y colocando diversos adornos, Olentzero incluido, en diversos puntos de la fachada de la casa familiar para así, además de nuestra propia satisfacción, alegrar a los vecinos y especialmente a los Niños que miran al abeto con ojos de ilusión. En fin, soy un sensible, un moñas como dice un amigo, y la cosa, con la edad, va “a pior”.
Pues bien, en esta época donde se multiplican actos de solidaridad, algunos de solidaridad impostada que diría yo, rifas y sorteos para recaudar fondos para fines bienintencionados, iniciativas colaborativas y conciertos para situar diferentes problemáticas en la agenda socio-política y visibilizar iniciativas que a lo largo del año pasan totalmente desapercibidas para la población, es en este momento donde quisiera sacar la palestra la delicada situación que vive el tejido asociativo y la sociedad civil en su conjunto que, a la postre, es una forma de solidaridad y trabajo colaborativo.
El tejido asociativo vasco y con ello, infinidad de iniciativas, actos, actuaciones, ferias, grupos musicales, celebraciones deportivas,........