El papa Francisco ha recomendado a Zelenski que saque la bandera blanca y negocie. No le ha pedido que se rinda, le ha sugerido que negocie un final de la guerra en Ucrania. Es una recomendación discutible y realista, pero coherente, que se suma a la preocupación de que finalmente Rusia gane la guerra en el campo de batalla, con rendición de Zelenski incluida. Antes de esa posibilidad mejor dialogar y acordar una salida negociada.
Bandera blanca
Pero al papa le ha faltado dirigirse a Vladímir Putin y exigirle con la misma contundencia que enarbole la bandera blanca del diálogo y la negociación. Que el papa Francisco se dirija exclusivamente a Zelenski es una mala pedagogía y, sobre todo, genera desconfianza en el lado ucraniano, que es lo peor que le puede ocurrir a la diplomacia.
Creo que lo que explica esta asimetría en el llamamiento del papa es básicamente la creencia del Estado vaticano, del papa y de sus asesores de que Rusia va ganando la guerra. Una tesis naturalmente discutible pero que va ganando terreno, algo que se advierte en el nerviosismo de gobiernos occidentales que deslizan gestos, hechos y palabras que conforman un cierto retraimiento o alejamiento de un compromiso que decrece.
Lo cierto es que las noticias que llegan a Europa occidental invitan a pensar que la fatiga en el pueblo ucraniano, incluidos muchos militares, es muy grande. Cuesta demasiado creer que Zelenski pueda ganar esta guerra. El pesimismo ya es notable y a ello se une una opinión pública que detecta cansancio por una guerra que pudo........