No es que en nuestro amado templo del cortado mañanero no haya gente con sentimientos. Pero tenemos a nuestro querido escanciador de café y otras sustancias distraído. Está atento al otro lado de la barra, estirado, estirado, como una suricata y con los ojos clavados en un bajo cercano. Por supuesto, llevan los........