Xavier Bosch

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Tres semanas antes de jugar su primer partido en el Santiago Bernabéu con el Barça, Lamine Yamal tuvo la oportunidad de conocer el césped, las medidas y el sonido del remozado estadio. Un privilegio. Un bendito ensayo general. Luis de la Fuente, el seleccionador español, le hizo un gran favor al jugador, al Barça y a Xavi al poner al canterano de titular ante Brasil. Y Lamine Yamal fue el mejor del partido. Eso sí, a los diez segundos de partido, la entrada de Joao Gomes pudo provocarle un serio esguince de tobillo. El dolor está ahí, pero Lamine Yamal siguió jugando y, en un cuarto de hora, había rematado dos veces y había provocado un penalti.

La zancadilla es lo menos claro de una jugada donde, con 16 años, el extremo del Barça se rifó a cuatro internacionales por Brasil. Por dentro y por fuera. Arrancando y parando. Era un partido amistoso y durante 92 minutos, el crack del Barça dejó su tarjeta de presentación a los aficionados madrileños que acudieron a ver el partido. Lamine Yamal estaba muy suelto y se lo pasó en grande. La afición, también. Alucinaron con él. Pensaban que el protagonista sería Vinicius, había expectación por ver a Endrick, pero el espectáculo lo puso Lamine Yamal durante toda la noche. Hasta el punto que, cuando fue relevado por Navas, ya en el descuento, la afición del Bernabéu le despidió ovacionándole, puesta en pie. No es un detalle menor. Es la entronización a la nueva élite mundial. Lamine Yamal jugaba con la Roja y, por lo tanto, con el público a favor. Sí. Pero Morata también y fue silbado durante todo el encuentro. El 21 de abril, en el Madrid-Barça será muy distinto. Pero el chaval ya se ha ganado el respeto.