Ernest Benach

La despedida anunciada de Xavi, más allá de si es una buena o mala decisión, desde la óptica del club da la oportunidad de empezar a planificar la próxima temporada. Aunque realmente, lo que dará opción a la planificación real es encontrar soluciones a la situación económica, tarea que en estos momentos parece, si no imposible, de una dificultad extrema.

Pero volviendo al tema, la opción de la planificación abre de forma simultánea las quinielas y las subastas sobre todo tipo de personas relacionadas con el futuro primer equipo del Barça. El número de entrenadores sugeridos, propuestos, imaginados y soñados para que haya un escogido es alto, y cada semana que pasa lo es un poco más. Y el debate sobre nombres nos devuelve al debate sobre el ADN, el sistema, el tiki taka y el fútbol del pasado, del presente y, por supuesto, del futuro. Son los debates permanentes, recurrentes y con frecuencia demasiado tóxicos, que acompañan al universo blaugrana.

Y esta semana hemos empezado a asistir con cierta intensidad a otra subasta, en este caso protagonizada por una de las joyas del equipo, Frenkie de Jong. Todo apunta a que la caja manda y debe venderse, a toda costa. Y el primero de la lista, y no es nuevo, parece ser el magnífico centrocampista holandés, que aparte de ser muy bueno, de los mejores de Europa, tiene esa edad que, por arriba o por abajo, no tienen la mayoría de los actuales jugadores del Barça. Y mira por dónde es esa edad indispensable en cualquier equipo, la de la madurez que no disponen los jóvenes, y la de la juventud caducó en los veteranos. Que grave error, aunque estemos en tiempos de subastas.