07 de octubre 2024 - 03:06
En el otoño, innumerables pájaros atraviesan la isla de Manhattan en su migración al sur. Miles de ellos, confundidos por el reflejo de los rascacielos, mueren estampados contra los cristales, sin que casi nadie eche cuenta a su fatídico destino. Mi amiga S. sí lo hacía. Conocí a S. en una ajetreada residencia de estudiantes, junto a la Universidad de Columbia. Era muy pequeña de estatura, oscura de piel y de ojos. Su voz sonaba extremadamente ronca y marcada por un leve acento hindi que daba aún más encanto a su inglés de alta escuela. S. tenía tres obsesiones: el terrorismo, el amor y los pájaros. Su cuarto estaba empapelado con fotos de las torres gemelas y mapas de metro de Londres. En él se encerraba durante sus frecuentes ataques de desamor, y es que, cíclicamente, S. se inventaba una........