En 1983 el ilusionista estadounidense hizo desaparecer la Estatua de la Libertad. Consiguió que el público que asistía a su espectáculo en directo y los miles que lo seguían por televisión viesen lo que él quiso que vieran. Una plataforma giraba imperceptiblemente y al levantar el forillo la estatua había desparecido… del ángulo de visión que se les presentaba. Fue un engaño, un truco que pasó a la historia de la magia.
Puigdemont no es Houdini liberándose de unas cadenas. Es Copperfield creando ilusiones —la república que aparece y desaparece; los votos que encandilan a Sánchez con una legislatura sin muchos sobresaltos y que ¡zas! se esfuman—. Su paseo hacia el Parlamento ha sido otra ilusión. Se ausentó educadamente frente a nosotros para no molestar y los Mossos, después de provocar un gran atasco para cubrir el expediente, levantaron la ‘Operación Jaula’ y se fueron a celebrar su éxito, que como todo el mundo sabe consistía en no detenerle.
Afortunadamente, los servicios de inteligencia del Estado se han librado del bochorno. Recordarán ustedes que a finales del año 2022 se publicaron varias informaciones alertando de que el CNI desmantelaba los........