Escribió mi apreciado Rafael Sánchez Saus que "ni el mundo, ni la sociedad, ni el corazón del hombre son, ni han sido nunca, el escenario de maniqueísmo sexista que las femicomunistas diseñan como un recortable para niños". ¿Cuántas de ellas, para nada demócratas, genuflexas ante un macho alfa? Tampoco ha habido nunca tantas femisocialistas postradas ante un embustero sátrapa sin escrúpulos. Pero, afortunadamente para la democracia española, hay hoy mujeres magníficas que defienden sus valores con dignidad y elocuencia.
Hay muchas. Más de las que creemos, pero me limitaré a citar a siete —perdón a las demás—, que han logrado cierta notoriedad por sus méritos propios y por su valor en sí mismas. Primero, Cayetana Álvarez de Toledo, por su reciente discurso a favor de la Venezuela real y democrática y contra la tiranía golpista. Terminó así: "Esta es una batalla entre la civilización y la barbarie y la libraremos hasta la liberación definitiva de Venezuela".
Comenzó con esto: "Lo que es moralmente falso no puede ser políticamente verdadero… Lo moral es lo eficaz". Y añadió: "La verdad importa, sin verdad no hay democracia… ejemplo conmovedor de militancia democrática esas actas (electorales) son un símbolo de la batalla por la restauración de la verdad en la vida". Y más: "Venezuela es un frente en la defensa del orden liberal global. No........