Cuando he tenido conocimiento (Ignacio Cembreros) de que la Fundación Onuart va a llevar a China a finales de este año un concierto precisamente el Día de los Derechos Humanos me he convencido de que estamos en manos de payasos y de monstruos. Porque tal decisión o es una payasada o es una monstruosidad, o es ambas cosas. Los listos y pagados de turno dirán que se perpetra tal disparate para recordarles a los chinos que no disfrutan de tales derechos gracias al Partido Comunista. El concierto sería, pues, un acto de protesta internacional.
Puerca y asquerosa mentira, una más, porque, ¿cómo podría consumarse tal dislate sin haber sido aprobada su celebración por el reelegido Xi Jinping, un emperador de todo el cielo y la tierra como los antiguos, que hace el milagro de que algunos de sus ministros antes de ser destituidos desaparezcan repentinamente? Ya vimos las escenas de aquel acto público de 2022 en el que todo un expresidente, Hu Jintao, nada de un pecador liberal, fue levantado de su asiento junto a Jinping y obligado a salir del salón de actos. Luego nunca más se supo.
Según el Informe sobre los Derechos Humanos en el mundo que hizo público Amnistía Internacional en abril de 2024, "las autoridades chinas siguieron restringiendo gravemente los derechos a la libertad de expresión,........