Me parece perfecto que un ministro quiera jugar, siempre que sea en su casa y con los suyos, porque jugar con lo no es suyo ni de los suyos es un contradiós. El juego, salvo en sus manifestaciones enfermizas, puede ser un bien si se modera y limita. Hasta Santo Tomás de Aquino, bebiendo en su Filósofo, lo subraya en la Suma Teológica.
Pero no se olvide que, en el caso de un ministro, por odioso o amable que parezca, hasta cuando juega, que en su caso es una forma más e indivisible de hablar y de hacer política, puede subir el pan para los ciudadanos. Por eso, el arte de la prudencia es el principal del que debe echar mano un ministro válido y valido, más aún si es plenipotenciario.
He aquí que el ministro Bolaños, Félix, se ha puesto a "jugar". Lo ha hecho participando en la producción y distribución de un pequeño vídeo en el que habla con su peluquero. Con la excusa del rechazo que en algunos produce su look despeluznante, el ministro travesea con Carlos, su peluquero, presunto culpable de su erizamiento capilar que, al parecer y según el guión, desagrada a algunos.
Naturalmente, el ministro trata de redimir a su fígaro desvelando que es la madre del barbero quien le señala la fecha del pelado........