Habíamos quedado en que los futbolistas famosos tenían que implicarse en la política de sus países. El ejemplo universal lo protagonizó Kylian Mbappé, flamante jugador del Real Madrid, que pidió el voto contra la ultraderecha en la segunda vuelta de las legislativas francesas para evitar que su país perdiera la riqueza multicultural de la que goza, especialmente, en los barrios deprimidos. La izquierda española aplaudió a rabiar al gran jugador galo y lamentó que el ejemplo no cundiera también en nuestro país. Pues bien, resulta que la selección española se hace eco del llamamiento de los progresistas y entonces resulta que no les gusta el resultado. ¿Quién entiende al zurderío?
Los reproches de los ungidos se dirigen principalmente contra Dani Carvajal, por no saludar a Sánchez con el entusiasmo y la devoción........