Uno de los acontecimientos más entretenidos de la política española en los últimos tiempos tuvo que ver con el final de una serie de televisión. Concretamente Juego de Tronos. Y si supuso un acontecimiento entretenido fue, mayormente, por la cara que dibujó en nuestros azotadores de la casta patrios, tan ciegamente adeptos a la causa comunistoide de Daenerys que no pudieron aceptar que su utopía ideológica predilecta deviniese en distopía incluso en los terrenos de la ficción. Para el Pablo Iglesias que, por aquel entonces, canalizaba sus esfuerzos revolucionarios en comportamientos tardoadolescentes como vestir camisetas de la Madre de Dragones o regalarle temporadas de la serie al Rey, aquello fue peor que una decepción. Fue un berrinche. De ahí a cortarse la coleta sólo faltó que catase un poco de........