El interrogante del título es para suavizar su contenido, porque bien hubiera podido adoptar forma exclamativa; las razones para ello llevan siendo, desde tiempo, más que suficientes.
Tras aquel 13 de enero en que el presidente Sánchez la nombró ministra de Trabajo y Economía Social, conocidas sus ideas, sus propuestas –prácticamente todas fallidas– me inicié un período de preguntas sin respuestas, acerca de los objetivos políticos, económicos y sociales de la señora Díaz.
Lejos de atenuarse en el tiempo, han ido agravándose a medida que sus apariciones iban aumentando en número, aunque no en racionalidad. Recientemente, mi desorientación ha llegado al límite de lo tolerable, cuando parece haber olvidado que su cometido es el mercado de trabajo –no me gusta el........