Si hacemos el sano ejercicio de mirar las cosas tratando de alejarnos de ellas… sería como para buscar piso en Oporto y mantener abierta la tímida posibilidad de regresar a casa remontando el Duero en una balsa.
La palabra "terrorismo" es la más presente en los procesos electorales en España desde el 11-M. Terrorismo en el proceso golpista del 1-O que en mayo va a las urnas, terrorismo en las listas electorales vascas de este próximo domingo. Faltaba por llegar el terrorismo ruso putinista, y puede que ya esté entre nosotros. O no, pero de momento, lo que es seguro es el envío de una bomba simulada contra un juez —aunque hay otro que no lo quiere ver— que investiga las relaciones entre Puigdemont y Putin, además del caso Negreira, cartel de árbitros corruptos en torno al Barcelona FC.
Y el terrorismo no es sólo la certeza de muerte y sufrimiento sino la mera posibilidad, el miedo. España, año 2024.
Las elecciones cuyos protagonistas son un expresidiario y un prófugo marcan el futuro personal del presidente que busca la paz en el mundo poniéndose siempre de parte del que provoca. Aquí le reclaman dos estados independientes —e ilegales— para que siga en el poder y él reclama el palestino contra —no junto a— Israel. Se ve que hay dos bloques bien claros y en uno de ellos está Pedro Sánchez. En el que enciende la mecha.
La noticia del envío de un paquete con una bomba simulada —y muy bien elaborada— al juez Joaquín Aguirre es de extraordinaria gravedad. Habrá que esperar a lo que diga la investigación policial porque, de momento, su colega del Juzgado de Instrucción 17 de Barcelona, Fernando Criado, ha archivado el caso sin siquiera practicar diligencias.
Lo único cierto hasta el momento es que una amenaza se interpone en el camino de un juez que investiga casos de relieve como el de la corrupción de los árbitros o el conocido como "caso Volhov", que se cierne contra el........