La vida canalla

Con el magreo sonoro de Alcalá. Arriba y abajo, el multiculturalismo aquí es turismo. Japón ha venido para quedarse. Cervecita en la terraza del círculo de Bellas Artes. Tal es la belleza que transita al norte y sur de este Madrid, que casi terminas por olvidarte del aroma a sangre que emana aún el sótano de la checa. Dice mi amiga que el lugar está maldito. Pero maldito estoy yo.

Amenaza tormenta y es que el cielo se ha puesto del color habitual en mi tierra: color fin del mundo. Apuro cuartillas porque me temo que en un rato el aguacero no me dejará escribir. Un par de edificios más arriba, el ministerio donde tantas horas enterré, cuando todavía parecía imposible que el tipo más hortera de la discoteca de la política sacase adelante una moción de censura. Mentir es infinitamente gratuito en España.

Me asaltan los recuerdos. Buenos tiempos, grandes amistades, vivir corriendo, y no dejar de escribir. Que andaba entonces dando los primeros coletazos mi novela Rosas de papel, que aún tardó unas cuantas desgracias más en construirse, pasados los años. Pero ahí estaba el germen, en la tristeza de los días de cansancio, cuando intentábamos ver la vida........

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