Mi querida Beatriz Manjón una vez fue bella, que así se titula su libro, y yo una vez fui joven, que es el único título que aún no he utilizado. Bea sigue siendo bella, pero a mi, en cambio, Dios no me bendijo con la genética de Peter Pan. Como todos los jóvenes, que dice el poema, la idea era llevarse la vida por delante, lo que por entonces se traducía en tratar de ser los mejores en todos los deportes. Está feo que lo diga, pero fui un extraordinario futbolista, nunca reconocido por los hijos de perra de mis amigos, y sin embargo, eso es todo lo que fui en el ámbito deportivo.
El tenis me deprimía por la melancolía de su silencio insolado, la pelota de vóley es increíblemente menos atractiva que las jugadoras de vóley-playa, y el baloncesto, como buen amante del fútbol, siempre me ha parecido un deporte que consiste en hacer mano a todas horas y que el árbitro haga la vista gorda; quizá lo inventó Negreira.
Probé un tiempo con el bádminton, pero eso no es un deporte, es un malabarismo; me interesé un año por el lanzamiento de bumerán logrando perder en una sola tarde más de los que podría fabricar China en un año; mi paso por el ping-pong no fue, digamos, valedor de los Juegos Olímpicos; y en cuanto a las carreras de vallas, considero que los juegos que están hechos para los caballos no deberían........