Sánchez actúa ya como un Estado dentro del Estado

No es simplemente un político, ni un ciudadano, ni siquiera un hombre. Sánchez acaba este desventurado 2024 como un régimen. Actúa como algo más que un poder o un gobierno, es un caudillo que presume de evadir la ley, que injuria a los jueces, se cisca en la Constitución y se burla de los impuestos que, para financiar sus planes, inflige a los españoles, y que los suyos no pagan. Los presuntos delitos cometidos por su familia, su Gobierno y su partido lo han llevado adonde quizá siempre quiso llegar: a actuar como un régimen de poder personal. Cada día de forma más descarada, Sánchez, sus socios y su pandilla mediática se proclaman por encima de las leyes que, por otro lado, siguen imponiendo al resto de españoles, pero que ellos disfrutan incumpliéndolas. Ya no hay marcha atrás, ni parece posible volver a una cierta apariencia de normalidad constitucional. Sánchez y su corte -porque así actúan, como un Estado sin proclamar pero que no reconoce el anterior- han ido tan lejos en el desafío a las leyes que nos encontramos en el dilema de imponérselas o admitir que nos las ha derogado todas. Nunca ha sido tan claro que o España acaba con Sánchez o Sánchez acaba con España.

La clave de toda dictadura moderna es la mentira, como ya profetizó Revel en El conocimiento inútil, y empieza por borrar toda diferencia con la verdad. El paso siguiente es proclamar mentira perseguible todo lo que se oponga a sus intereses. Y el definitivo es atacar en público y privado a los que se empeñen en actuar como si el poder sobrevenido e ilegítimo tuviera que respetar las libertades de expresión, reunión y asociación, claves de toda sociedad democrática y liberal, expresamente proclamadas en la........

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