Harvard, capital mundial del plagio

Uno de los epicentros del antisemitismo mundial, al que Hamás despertó el 7 de octubre de una larga hibernación, ha estado en las universidades estadounidenses. Las manifestaciones de apoyo a la masacre y de odio a los judíos han sido omnipresentes en los mismos campus en los que cualquier palabra puede y habitualmente es malinterpretada como racista, machista y tránsfoba por estudiantes, profesorado y especialmente la burocracia universitaria. La respuesta institucional ha sido el silencio, cuando no la justificación de los ataques contra los judíos bajo la excusa de la libertad de expresión. Las mismas autoridades que habían sacado comunicados a favor de las causas más diversas, de la muerte de George Floyd a la invasión de Ucrania, de repente quedaron calladas cuando los estudiantes y profesores judíos eran acosados.

La minoría históricamente más perseguida de Occidente se ha quedado fuera de los colectivos protegidos por la ideología woke, encarnada en los departamentos de diversidad, igualdad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés). Como también les ha sucedido a los americanos de origen asiático, los judíos se han quedado oficialmente fuera del estatus de víctima, el más preciado premio dentro de esa merienda de negros conocida como interseccionalidad, debido a que han tenido demasiado éxito como........

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