Este triunfo de Donald Trump no causa la conmoción de 2016, pero se recibe otra vez con sorpresa. No debería. Al principio del año electoral, la parte más cualitativa de las encuestas, la que menos tiende a fallar, mostraba que una mayoría de estadounidenses valoraba que la economía había ido mucho mejor durante el mandato de Trump que en el de Biden y veían al primero como más capaz de enderezar la situación. Este tipo de valoraciones no las mueve fácilmente un cambio de candidato. No en un país donde mucho votante decide en función de estos esenciales asuntos y se deja enredar menos por los "relatos". Que Harris pudiera remontar aquella desventaja era improbable. Más aún cuando no era una recién llegada sino la vicepresidenta, su labor para atajar la inmigración ilegal fue inexistente y no pasó por los filtros de las primarias. La auparon al final después de un sucio golpe palaciego contra el viejo.
De Trump se ha hecho un "monstruo", con su propia y entusiasta colaboración, y........