Con la falta de oportunidad, discernimiento y casi diría que humanidad que le caracterizan más allá del disfraz de ancianito bueno con el que se presenta al mundo, el Papa Francisco ha terciado en la guerra de Ucrania.
Y tal y como hace él las cosas, ha entrado en el asunto como elefante en cacharrería: no ha abogado por la paz, el perdón o la reconciliación, que serían puntos de vista quizá discutibles pero no exentos de cierta lógica y, sobre todo, apropiados para una figura como un Papa. No, lo que ha hecho Bergoglio es pedirle a Zelenski que tenga "el coraje de izar la bandera blanca y negociar". Es decir, que se rinda ya de una puñetera vez.
A ver, Santo Padre, dicho sea lo de Santo........