Savater, antes de que todo sea olvido

De tanto querer emular a los héroes de sus lecturas infantiles, el sabio ha llegado a viejo a fuerza de protagonizarlas todas como luchador cívico y agitador de conciencias. A su pesar. Siempre supuso que tal compromiso estaba al alcance de cualquier ciudadano. Aunque con los años y las decepciones sanchistas ha debido admitir en Carne gobernada la escasa épica de la mayoría. De hecho, alguna coz da en sus páginas a esas buenas gentes "progresistas", que ante la llamada a rebato de "que viene la derecha", votan al farsante con el entusiasmo bobo de las sectas. Nada nuevo, Ortega y Gasset ya les había dado identidad hace un siglo en La rebelión de las masas. La condición humana. Y sus circunstancias atolondradas.

No esperen del libro, que le ha costado el despido de El País, una teoría sistemática sobre lo que fuere. Sólo es un recreo que se permite el hombre abatido por el amor y la estupidez colectiva, que no quiere ni puede embridar al librepensador libertino que lleva dentro. Como todo lo que ha realizado en su vida. De hecho, los avatares de su vida íntima, de su perplejidad ante la muerte, de sus lecturas preferidas, viajes y placeres, de su amor vital con Sara y de algún que otro entretenimiento hípico o etílico parecen constituir para él lo más digno de ser mostrado de cuanto relata en el libro. A vuelapluma. O quizás de catarsis ante la muerte perezosa, que amenaza pero no da.

No son, sin embargo, esas intimidades las que han........

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