Yo sé que mienten las mujeres de la piscina cuando afirman con rotundidad que están cansadas de estas fiestas y se mueren por volver a la normalidad. Todas asentimos, imbuidas de una mentira colectiva y piadosa que nos contamos a nosotras mismas para no reconocer que tener la casa llena, recibir a los hijos y sentir su calor es un regalo. Mejor que dure poco, porque este estado febril de compras y comidas agota, pero qué buen recuerdo deja, el suficiente para afrontar los días de enero y la supuesta normalidad.
Empecé a odiar esa palabra en la pandemia, cuando volvíamos una y otra vez a ella, unas veces con mascarilla; otras, contando kilómetros........