Un mundo a la deriva |
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Alfred Wegener no fue el primero en proponer que los continentes se movían sobre la superficie del planeta, pero su trabajo terminó siendo uno de los más recordados e influyentes en las ciencias de la Tierra. Este 2025, la primera edición de su famosa obra El origen de los continentes y océanos (Die Entstehung der Kontinente und Ozeane) cumplió 110 años.
Publicado durante la Primera guerra mundial, el libro entregó sustento a lo que no era más que un presentimiento desde el siglo XVII: que los continentes habían cambiado de posición muchas veces a lo largo del tiempo geológico.
En sus inicios, la teoría de la deriva continental pasó de la indiferencia al rechazo; del rechazo cayó en el olvido, y recién en los años 40 fue desempolvada para ser convertida en la teoría de la tectónica de placas, base de la Geología moderna.
Todos los geólogos actuales hacen su trabajo al alero del paradigma del movilismo, el cual explica, de forma razonable y lógica, cómo se forman las montañas, cómo se deforman los continentes y cuáles son las dinámicas que producen los terremotos y gobiernan los volcanes.
Pero esta forma de interpretar el mundo tardó varios siglos en cuajar. Durante gran parte de la historia, los filósofos naturales (siendo Thomas Burnet el más famoso de ellos) comprendieron el devenir de nuestro planeta en términos bíblicos y creacionistas.
En 1620, el filósofo inglés Francis Bacon advirtió, mapa en mano, las similitudes de las costas de Sudamérica y África a ambos lados del Atlántico; años más tarde, el monje francés François Placet aventuró que la separación de América y Europa se produjo por el “hundimiento de la Atlántida”.
Todas estas elucubraciones quedaron relegadas a partir de la propagación de las ideas uniformistas de James Hutton y Charles Lyell a partir del siglo XVIII. Este planteamiento revolucionario permeó en científicos posteriores, ya que entregó un marco de pensamiento para comprender la evolución del mundo en términos de cambio y transformación paulatina, sin intervención divina.
Ni el hallazgo de fósiles idénticos de algunas especies prehistóricas (p. ej., Lystrosaurus y Mesosaurus) en tierras tan distantes como África, India y la Antártica, ni la similitud geológica de la costa oriental de Brasil con la costa occidental de África,........