Protestas en Venezuela: Cuando los presidentes hablan solos

Una revolución fracasa cuando no destruye la superestructura de la sociedad oficial y solo logra perpetuarse en la prolongación del conflicto. Por quince años, por cincuenta años, por el tiempo que permitan los medios de producción y la hegemonía de la narrativa oficial. Nicolás Maduro lo aprendió en sus años sindicales, lo ejerció como canciller venezolano y estos días está por verse hasta dónde llega su habilidad para maniobrar los conflictos adecuados: esos que dan tiempo y dan espacio sin fracturar el discurso revolucionario.

Manifestaciones pacíficas y masivas como la de ayer por la mañana en Caracas, protagonizada por clase media en un barrio de clase media alta, son parte del cálculo oficialista. Menos alentador es lo que ocurrió a los pies del Palacio de Miraflores (sede del Ejecutivo) mientras en la Plaza Brion de Chacaíto Leopoldo López se entregaba a las fuerzas del Estado con un mensaje de maratón: “El que se cansa pierde”. El líder opositor protagonizó un acto que no pocos consideran heroico, de ahí que el presidente Maduro promoviera horas después la versión de que todo fue negociado. Lo dijo en un discurso en el corazón urbano del chavismo, pero he aquí un problema revolucionario: no lo escuchó casi nadie. Ni mil personas.

Hacia el final del lunes el país ya sabía el plan de López. Marcha desde Chacaíto hasta el Ministerio de Interior y Justicia, donde dejaría atrás a la multitud para entregarse en solitario. La respuesta del gobierno fue una convocatoria masiva dentro de........

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