Los dioses del Mediterráneo solían viajar por razones de turismo sexual y degustación de ambrosía y manjares. También hacían negocios de los que hablaban menos. La tradición de los inquilinos del Olimpo se ha mantenido en esta orilla del mare nostrum; la promesa del placer suele anticiparse, al menos como programa, al redituable comercio de camisetas y la edificación de instalaciones.
En los últimos años, Barcelona ha tenido dos momentos decisivos de reordenación urbana, ambos amparados por proyectos de resonancias clásicas, las Olimpiadas de 1992 y el Fórum de 2004. El fuego de los héroes y el ágora de la polis. Eduardo Mendoza ha señalado lo difícil que resulta aceptar en estas tierras de buen gusto la crasa especulación inmobiliaria. Ciudad a un tiempo fashion y políticamente correcta, Barcelona requiere de estética y ética, móviles estupendos que no siempre combinan y pueden llevar a una enrarecida concepción del mundo, donde resulte menos importante erradicar la pobreza que tener mendigos de diseño.
La obsesión por la apariencia no es una catástrofe mayor. Se trata, más bien, del disparatado lujo que se concede una metrópoli sin grandes problemas.
El año 2004 será bueno para los hoteleros y los consorcios constructores, dotará a la ciudad de un necesario centro de convenciones y ordenará la elongación urbana hacia una punta poco aprovechada.........