Pierre Schaeffer: reeducar el oído

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Hacia 1966 en que publicó su Tratado de los objetos musicales, Pierre Schaeffer (1910-1995) reprochó con asombro que, hasta entonces, la grabación no había sido valorada como un mundo autónomo desvinculado de la propia fuente productora del sonido. Gracias a la grabación, los sonidos son apreciados con una claridad prácticamente imperceptible para la escucha directa: “Algo así como si hubieran pensado en perfeccionar la lupa del microscopio, sin interrogarse sobre la forma particular en que esta prolongación de la visión permitiría el acercamiento de lo infinitamente pequeño.”

La música concreta, término acuñado por Schaeffer, refiere a la descontextualización de cualquier sonido que habite el mundo y no solo a aquellos provenientes de los instrumentos reconocidos por la tradición musical dentro o fuera de Occidente. La “concreción” de esta tendencia experimental de mediados del siglo XX se explica como el aspecto físico que, independiente de la fuente sonora que lo provee, ofrece un objeto sonoro reducible, amplificable, editable. Al recordar fenómenos luminosos como la acusmática pitagórica –que consistía en colocar una cortina divisoria entre el matemático y sus oyentes de tal manera que estos pudieran escuchar su voz sin más contacto con el emisor– Schaeffer va más allá del sonido y de la luz como asunto físico, para concluir: “Ahora bien, lo que oye el oído no es ni la fuente ni el ‘sonido’, sino los verdaderos objetos sonoros, de la misma forma que el ojo no ve directamente la fuente, o incluso su ‘luz’, sino los objetos luminosos.” No el sonido en sí, digamos, sino su encarnación, su concreción.

Con estos objetos sonoros, científica como psicológicamente analizables, tendrá que enfrentarse un oído demasiado acostumbrado a los pensares y placeres de una tradición musical milenaria. Esa costumbre auditiva es reconocida, por el escucha de a pie y por el entendido, como una condición consustancial al ser musical del humano, razón por la cual el mismo Schaeffer admite que su teoría demanda una reeducación antinatural del oído: “Pero tampoco se trata de una vuelta a la naturaleza, ya que nada nos es más natural que obedecer un condicionamiento. Se trata de un esfuerzo antinatural para percibir lo que, sin yo saberlo, determinaba antes mi conciencia.”

Esa antinaturalidad, que podría parecer una impostura, es un humilde eufemismo que contiene el impulso vital por encontrar lo originario como resultado de una serie de renuncias. Para la música, la purificación del oído en Schaeffer podría pensarse como el retorno al origen (la audición sin condicionamientos), que haría caer a la percepción auditiva en un estado propiamente precultural. El mundo, en principio, será escuchado como un nuevo lenguaje sonoro y, después, musical. Es decir, el proceso de purificación preparará al oyente para admitir musicalmente los sonidos mundanos. Schaeffer consideró que, para despojar al oído de su milenaria manera de percibir la música, era necesario neutralizar el acto de escuchar. Se debía hacer sin ningún juicio o prejuicio musical que condicionara los sonidos percibidos y sin definir premeditadamente lo que es musical y lo que no.

Esta manera de escuchar en Schaeffer –influenciada por la anulación de todo juicio ante el fenómeno (la epojé) propuesta por el filósofo Edmund Husserl–, aunque parece un propósito no solo radical, sino irreal, propone una atractiva opción: reducir nuestra capacidad de interpretación a la........

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