Un amor de Paz (caída)
En “Estrella interior”, Paz describe el dibujo que le dio Bona para la portada de La estación violenta (Astros o peces brillan entre sus piernas / la sombra de los pájaros apenas oscurece su sexo); pero en el mismo poema la miró como un arma dormida y temible. Es la misma incertidumbre detrás del empleo de Arthémis como epígrafe de Piedra de sol: ¿eres el solo amante?
El amor no solo es ciego: enceguece. Los amantes “no piensan en la muerte o en la vida, en Dios o el diablo… Les basta con estar frente a frente y mirarse”, dice el Mensajero en La hija de Rappaccini (1956). Bona y Paz se instalan en París; ella pinta y teje sus cuadros, él trabaja en la embajada y escribe febrilmente. En vacaciones viajan a Córcega, Venecia, Sicilia, Ustica, o por trabajo a Nueva York: siempre llegan. Paz siente culpa ante André Pieyre de Mandiargues (PdeM), tan rey Artús. Admira su prudencia, pero siente que “es como Rappaccini”, que mezcla flores y ponzoñas en un raro jardín.
Estupefacto ante su dicha escribe que “se abre de par en par la vida”, o que “mi vida fluye parecida a la vida”. El renacer augurado por Piedra de sol se cumple: “eres la única mujer de la que realmente me he enamorado […] me haz hecho salir de la pesadilla en que he vivido durante años”. El recorrido por esos días........
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