Existe un dogma con arraigo en el trabado credo de las conciencias justicieras y bien alimentadas, el que sostiene que Octavio Paz se atareaba en opacar a Juan Rulfo. Lo escucho hace años. En diciembre de 1999, en un artículo titulado “Octavio Paz. Post mortem” (no está en línea), ya anoté cómo una de las supuestas “misiones” que Paz nos ordenaba a sus “palafreneros” tenía el macabro propósito de erradicar a cualquier escritor que osase hacerle sombra.
Lo acaba de reiterar en el suplemento Laberinto del diario Milenio (se puede leer aquí) el profesor, crítico, filósofo y psicoanalista Heriberto Yépez con motivo de su participación en un coloquio multidisciplinario organizado por la UNAM para celebrar el sexagésimo aniversario de la aparición de El Llano en llamas.
El profesor Yépez sostiene que la “valoración” de la obra de Rulfo ha sido obstaculizada, pues “Paz y su séquito trataron de aminorar la importancia de Rulfo por ser el mejor escritor mexicano en una época en que Paz envidiaba serlo”. Caramba.........