Los pueblos tardan en tomar conciencia de los daños del populismo. Eso es lo que ocurre ahora mismo en Venezuela, a una semana de las elecciones presidenciales. María Corina Machado, valerosa líder con una larga trayectoria de oposición, ha logrado congregar en torno suyo al pueblo que inunda las calles, las plazas y caminos del país para superar al régimen imperante desde hace un cuarto de siglo. El evidente atropello del que fue objeto Machado al invalidarse su candidatura no hizo más que fortalecer su legitimidad y popularidad. Ahora marcha junto a Edmundo González, candidato de oposición que no ha sido vetado. Todas las encuestas creíbles lo favorecen. Pero el panorama es de altísimo riesgo.
No a partir de estadísticas sino desde la angustia y precariedad de su existencia, la gente formula a Machado el deseo colectivo: que las familias se reunifiquen y las abuelas conozcan a sus nietos; que haya un alivio a la represión y la inseguridad; que se combata la pobreza, sin detrimento de la libertad.
Las estadísticas son en verdad aterradoras. Y prueban que la destrucción de Venezuela no comenzó con la muerte de Chávez sino que es obra de ambos:........