Las mujeres laberinto de Busi Cortés

En Hotel Villa Goerne (1981) de Busi Cortés (1950-2024), Argénida (Judith Arciniega) se aburre con los nombres de los poetas sosos y cursis que Eligio (Luis Rábago) le da como ejemplos de la verdadera poesía amorosa. Neruda, Bécquer y las ganas de impresionarla son nada en comparación con su respuesta: Argénida prefiere a Borges y su Elogio de la sombra y confiesa, con cierta inocencia, que lo que más le gusta del escritor argentino son sus laberintos.

Eligio calla, su imagen de “la tonta pueblerina” fácil de seducir se rompe, y Cortés –la directora del mediometraje– desmonta uno de los clichés del cine: el idilio romántico de una tarde de paseo al lado del hombre de ciudad con autoridad moral e intelectual. Este tipo de gestos, en apariencia menores, son una de las características que estarán presentes en la obra de la directora mexicana: mujeres laberinto, que pueden ser y luego ya no; una cualidad (a veces maldición) que desarma a los otros personajes a su alrededor y a los propios espectadores, pues –como una matrioshka– revela la complejidad de lo que las conforma exterior e interiormente.

Luz Eugenia Cortés Rocha, o simplemente Busi Cortés, fue una de las directoras mexicanas que tendió puentes a las cada vez más frecuentes generaciones venideras de mujeres interesadas en tomar la cámara y filmar, pues si algo ha caracterizado a la historia del cine mexicano es que hay grandes periodos de tiempo en donde solo lograban colarse uno o dos nombres de directoras. Antes de Cortés, destacaba el nombre de Marcela Fernández Violante, otra mujer que se abrió paso entre “la selva” de la industria cinematográfica mexicana “con machete en mano”.

Junto a Busi, otras mujeres como María Novaro, Marisa Sistach, Consuelo Garrido, Dora Guerra, Dana........

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