Para venir de una empresa textil especializada en hilaturas, muy fino no hila ni ríe esta mujer. Tan pronto llama prevaricadora a la cúpula judicial como indecentes a los jueces cuyas decisiones no comparte. Diríase que tiene fijación con las togas. Se carcajea a las puertas del Congreso de los Diputados con una risa generosa en dientes y una mandíbula tensa y tan despegada de la papada que es imposible saber si estamos ante una risa porque sí o ante un reproche o una burla. Lo cual quiere decir que Míriam Nogueras se ríe y su risa vale hasta para comentar la noticia que está a punto de producirse, pero que la alter ego del fugado más mimado del país, léase Carles Puigdemont, aún desconoce: que la junta de fiscales del Supremo aprecia indicios de terrorismo en el hombre de Waterloo. A la portavoz de Junts da igual que le cuenten un chiste o una hecatombe. Es la prueba viviente de que hay risas que valen para un roto y para un descosido; risas que son el espejo del alma.

Reírse como Míriam Nogueras

Reírse como Míriam Nogueras

Para venir de una empresa textil especializada en hilaturas, muy fino no hila ni ríe esta mujer. Tan pronto llama prevaricadora a la cúpula judicial como indecentes a los jueces cuyas decisiones no comparte. Diríase que tiene fijación con las togas. Se........

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