“¡La vida no vale nada!”, le susurra al oído uno de los subalternos a Andrés Roca Rey, instantes antes de que este salte al ruedo dispuesto a completar la faena, a vida o muerte, contra el toro que aguarda su destino. Con su arenga, la cuadrilla espolea al matador a perseguir su sueño, por cruel y sanguinario que sea, cueste lo que cueste. Y es que, como ha escrito John Gray, solo los humanos buscan la muerte para sí mismos –y se la causan a otros– con el fin de procurar dar sentido a sus vidas o descargar su ira por no encontrárselo. Pienso en las guerras, en los líderes mesiánicos…
Aunque, como en las antiguas historias decimonónicas de generales y políticos, también en la tauromaquia el matador aparece siempre representado como héroe valiente y temerario, insensible al peligro y a la opinión del respetable, en Tardes de soledad, la última y aclamada película documental de Albert Serra, el torero se nos muestra íntimo y humano, rebosante de valor, pero también temeroso, tan sediento de gloria y reconocimiento como preocupado por salvar el........