Cuando has nacido en una isla turística, tienes la impresión de que el mundo entero la pisotea, mientras a ti te supone un esfuerzo llegar al resto del mundo. Es lo que tiene el mar, bendita maldición o bendición maldita, depende del momento. Los que nos fuimos, volvemos en Navidad como aquel anuncio de turrones, y con los costes que implica: desde el precio del billete –las fechas señaladas son las que son– hasta el estrés de ajustar horarios, pasando por la misión divertida y difícil de organizar alojamiento para todos.
A diferencia de los que se reúnen........