Turismo: el modelo Bután

Supongo que a todo el mundo le pasa: cuando descubrimos un lugar precioso, lo disfrutamos, pero también nos entristecemos de antemano, imaginando en qué se habrá convertido al cabo de unos años. ¿Cómo ha evolucionado Cadaqués? ¿Y Santorini? ¿Y los oasis egipcios (lo cuenta Jordi Esteva en el último capítulo de su maravilloso libro de memorias El impulso nómada )? Pero Bután quizá sea una excepción. Quizá sus valles y montañas (está en pleno Himalaya), sus bellísimos templos budistas, sus monjes y monjas de cabeza rapada y túnica color azafrán, sus fortalezas del siglo XVII, sus pequeños santuarios, con banderolas de colores y molinillos de oración (todo esto lo pueden ver en la película El monje y el fusil, aunque es un poco ñoña) van a ser preservados.

Estuve en Bután este verano, invitada –por la embajada española en Delhi y por el festival– a Bhutan Echoes, un festival literario y artístico que se celebra en Timbu, su capital, bajo el patrocinio de la reina madre. Curiosa figura, por cierto: hay cuatro........

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