Acabo de leer dos ensayos muy distintos, pero que hablan de lo mismo: del progreso… llevándose ásperamente la contraria. Uno, El tiempo perdido, de la profesora de Filosofía, y exdiputada de Más Madrid, Clara Ramas; el otro, Feminismo contra el progreso, de la inglesa Mary Harrington.
La modernidad, nos dice Clara Ramas, ha traído una novedad histórica: la que consiste en hacer del mercado el núcleo organizador de la sociedad. En eso está de acuerdo Mary Harrington, solo que ella se centra en un ámbito: el de las relaciones personales y la condición de las mujeres. Vivimos, dice Harrington, en una sociedad individualista que desprecia la solidaridad, el compromiso, el cuidado; en la que los seres humanos se tratan como mercancías, y las relaciones personales, como transacciones. Lo muestran muy bien algunos fenómenos sintomáticos. Por ejemplo, las aplicaciones de ligue, cuyas usuarias y usuarios se describen a sí mismos como si se estuvieran ofreciendo en Amazon. O la gestación subrogada, en la que un bebé se fabrica como en una cadena de montaje.
Este análisis no es nuevo;........