Todo va muy rápido. Puedes mantener en vilo a un país durante cinco días, y que una semana después, puente madrileño de por medio, parezca que no ha pasado nada. Nadie sabe, excepto el propio Pedro Sánchez, si lo que vivimos el finde pasado fue una crisis personal auténtica o fue otro giro de guion marca de la casa. A menos que lo confiese Sánchez, nunca lo sabremos. Pero en una sociedad tan acostumbrada a lo extraordinario, al especial informativo, al breaking news, lo que antes podía haber sido su tumba política, ahora penaliza muy poco.
Todos estamos tan a gusto en nuestra trinchera, que los que ya odiaban a Sánchez, hoy lo odian un poco más. Y los otros, aun reconociendo las lagunas que tiene el relato del presidente, aun intuyendo que pudo haber estrategia detrás de lo que parecía una confesión íntima, no cambiarán de bando. Y es que a Pedro Sánchez lo mejor que le ha pasado es coincidir en el tiempo con........