El día que la ciudad se derrama Rambla abajo –o ramblas–. Como una recién inaugurada primavera que desde el frío añoraba el mar. Toda una riera benigna y mansa: Sant Jordi, el rito anual. Un torrente bienhechor, suave, civilizado; ávido de mirar para ver, y saber. Un acto de fe comunitario. Una fiesta nacional laica y sin himno. De cuando, aunque sea por un solo día, el vértigo tecnológico dejará de moldearnos la vida y la neurona, que ya es. El catalán día en el que la humanidad se reconcilia con sí misma.
Hay muy pocas cosas que en grupo........