El exterminio de los armenios durante la Primera Guerra Mundial sirvió para afianzar la sensación de impunidad de Adolf Hitler, que, un cuarto de siglo después, cuando se disponía a destruir Polonia, proclamaba satisfecho: “¿Quién se acuerda ahora de la aniquilación de los armenios?”. Bueno, lo cierto es que no todo el mundo había olvidado esas masacres y deportaciones masivas llevadas a cabo por el imperio otomano. En esa misma época, un jurista polaco llamado Raphael Lemkin, que en la década anterior se había interesado por el caso armenio, estaba a punto de acuñar el concepto de genocidio, que precisamente acabaría sirviendo para condenar los crímenes de la Alemania nazi.
Lemkin, judío, consiguió escapar de Polonia, pero no pudo llevarse a sus padres, asesinados años después en Auschwitz, y se impuso como misión acabar con la impunidad de Hitler y sus secuaces. Para ello había que tipificar sus delitos dentro del derecho internacional y conseguir el respaldo de las instituciones internacionales surgidas tras la Segunda Guerra Mundial. En diciembre de 1946, una de las primeras........