Espero que aguante muchas semanas en cartelera la conmovedora película Green border, en la que Agnieszka Holland cuenta las peripecias de un grupo de inmigrantes que en el otoño del 2021 trata de entrar en la Unión Europea a través de la boscosa frontera polaca con Bielorrusia. Ese otoño, el dictador bielorruso Alexánder Lukashenko atrajo a esa frontera a una gran oleada de refugiados haciéndoles creer que no tendrían problemas para acceder al paraíso europeo. Para las autoridades polacas, sin embargo, esos refugiados eran la punta de lanza de una supuesta “guerra híbrida” lanzada por Putin y sus aliados, por lo que, violando el derecho internacional y su propia legislación, se apresuraban a devolverlos “en caliente” a territorio bielorruso. A ambos lados de la frontera, las respectivas guardias fronterizas no hacían sino esperar la ocasión propicia para expulsarlos de nuevo al país vecino. El resultado fue un macabro ping-pong en el que los refugiados eran una y otra vez arrojados como fardos al otro lado de la alambrada.
Esos refugiados eran sobre todo........