Leo en algún sitio que fotografiaron a Borja Sémper y Gabriel Rufián departiendo amigablemente y que esa imagen causó revuelo en la red social antes llamada Twitter: ¡los han pillado compadreando!, ¡son unos hipócritas y unos falsos!, ¡cuando discuten desde sus escaños solo están haciendo el paripé...! Seguramente, quienes tanto se escandalizan preferirían verlos liándose a puñetazos o arrancándose la carne a dentelladas o revolcándose en el barro como gladiadores.
Seguramente también, esos tuiteros creen que el hecho de que dos rivales políticos mantengan relaciones amistosas carece de antecedentes, cuando es más viejo que mear en pared. En España sin rey, uno de los Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós, ya aparecía un personaje que, de visita en el Congreso de los Diputados, se quedaba estupefacto al ver “confundidos en aquella grillera los padres de la patria de distintos partidos, bandos y facciones y oír que conversaban en tonos de tolerancia y amistad los que públicamente se argüían con dureza”.
Estoy hablando de la........