Los prejuicios ahorran tiempo. Nos acompañan desde el final de la infancia porque aparentan sernos útiles. No infalibles ni decentes pero sí prácticos. Miren a Ábalos y Koldo. O primero a Koldo y luego a Ábalos. Da igual. En realidad, ya los han visto con otros nombres y en otros sitios. Y siempre son los mismos y hacen las mismas cosas que uno imagina. Son personajes obedientes a quien los escribió. Alguna vez, muchas por fortuna, alguno de ellos se rebela y........