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¿Qué tan sostenible es la baja de la deforestación en 2024?

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17.09.2024

Todo lo que necesita saber sobre el poder, la deforestación y la biodiversidad en la región amazónica está en la Silla Amazonía.

La reducción de la tasa de deforestación en Colombia, y en la Amazonía, nunca será una mala noticia. Y mucho menos cuando es de la magnitud de la que se presentó entre 2022 y 2023, de acuerdo con la información entregada recientemente por el Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del IDEAM. Pero tampoco es un hecho para hacer fiestas. Como colombianos deberíamos entender y generar un consenso alrededor del hecho de que en un año hayamos perdido 79.256 hectáreas, incluso si las comparamos con las 123.517 perdidas un año atrás, es aún una vergüenza para uno de los países más biodiversos de mundo y, además, un hecho que da cuenta de lo poco importantes que aún son los bosques para el colombiano promedio, y también para el colombiano que toma decisiones en cualquier región o sector, público o privado.

Pero vamos por partes y concentrémonos en la región que tiene la mayor proporción de la deforestación en el país: la Amazonía. De acuerdo, una vez más, con el IDEAM, las áreas deforestadas se redujeron un 38%, de 71.725 a 44.274 ha entre 2022 y 2023. Las mayores reducciones se dieron en el departamento de Putumayo (52%), seguido por Caquetá (34%) y Guaviare (27%); en ninguno de ellos el descenso de las cifras fue despreciable, algo que, de confirmarse y mantenerse en 2024 sería un verdadero indicador de que el conjunto de políticas e intervenciones, lideradas por el Gobierno Nacional, estarían teniendo un impacto en los territorios.

Sin embargo, la misma ministra de Ambiente, Susana Muhamad, al presentar estos datos, señaló dos puntos que generan, cuando menos, preguntas sobre la sostenibilidad de los buenos resultados en el largo plazo y, cuando más, preocupación sobre las verdaderas causas de la caída en la tasa de deforestación del país.

El primero fue encender, preventivamente, las alarmas sobre lo que empezó a suceder durante el último trimestre de 2023 y que continuó en los primeros trimestres de este 2024: el incremento, en cerca de un 40% de las áreas deforestadas en la región, como resultado, entre otras cosas, del fenómeno de El Niño (que se extendió hasta mediados de este año) pero también reconociendo por primera vez – y este es el segundo y tal vez más importante de los puntos – la influencia de los grupos armados ilegales que operan en la región, especialmente del Estado Mayor Central (disidencias de las antiguas FARC), en las tasas de deforestación. Y este último no es un tema menor.

Y no es menor porque es el reconocimiento de algo que en el territorio es absolutamente evidente y es que el bosque se ha convertido en rehén de los grupos armados, que lo han convertido en la moneda de cambio para presionar al gobierno en las negociaciones que se adelantan en el marco de la iniciativa de Paz Total del gobierno Petro. Son los grupos armados los que en algunos pocos casos prohíben, y en muchos otros incentivan (u obligan) a los campesinos y colonos a tumbar los bosques remanentes en sus predios, sobre todo los localizados a lo largo de las vías que cruzan la Amazonía colombiana. Pero no son decisiones caprichosas, sino que están ligadas al avance o estancamiento de las conversaciones con el........

© La Silla Vacía


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